Segismundo García ordena el desalojo de la fábrica de Sargadelos tras una nueva visita de la Inspección de Trabajo

El propietario afirma que actúa para “proteger la salud de la plantilla” y acusa a la Xunta de no ejecutar las mejoras comprometidas
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27 Nov 2025

La fábrica de Sargadelos, ubicada en el municipio de Cervo, volvió a vivir este lunes un episodio de incertidumbre laboral después de que su propietario, Segismundo García, ordenara el desalojo del personal de producción, formado por unos 80 empleados. Es la segunda vez en menos de un año que García anuncia el cierre inmediato de las instalaciones tras una visita de los inspectores de Trabajo, una coincidencia que ha reavivado las dudas sobre los motivos reales de la decisión.

Según explicó el empresario, su medida responde únicamente al objetivo de garantizar la seguridad de los trabajadores. “No queremos ser responsables ni causantes de enfermedades o problemas de salud”, señaló, insistiendo en que la empresa ha hecho “todo lo posible” para reducir cualquier riesgo mientras no se acometen las obras estructurales pendientes. García reiteró que, a su juicio, la Xunta de Galicia ha incumplido los compromisos adquiridos para mejorar los procesos de fabricación y que continúa “sin iniciar ni una sola de las actuaciones” que él considera imprescindibles.

El empresario recuerda que el Gobierno gallego había prometido facilitar medios, permisos y actuaciones destinadas a optimizar, en la medida de lo posible, la producción. Sin embargo, sostiene que nada se ha llevado a cabo hasta ahora, aunque la Xunta sí envió técnicos que, según afirma, certificaron la ausencia de sustancias altamente peligrosas en el complejo. Para García, esa revisión resulta insuficiente e non resolve la problemática.

El episodio remite también a lo ocurrido en abril, cuando el propietario utilizó argumentos muy similares para ordenar el cierre temporal de la factoría. Entonces, en un escrito enviado a la Inspección de Trabajo, justificó su determinación alegando la imposibilidad de corregir determinadas incidencias dentro de los plazos exigidos, aunque garantizaba que “lo fundamental, la salud de los operarios, quedaba protegida dentro de las posibilidades de la empresa”. Aquel argumento fue recibido con escepticismo por parte de parte de la plantilla y del sector industrial, que consideraba la fábrica un proyecto estable y un referente histórico de la cerámica gallega.

El nuevo desalojo vuelve a dejar en el aire el futuro inmediato de una de las marcas más emblemáticas de la comarca, a la espera de que la empresa y la administración aclaren si existe margen para un acuerdo o si el conflicto se encamina hacia un cierre prolongado.

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